Sassagoula Springs se fue a volar al cielo. Con la misma calidad que en la cancha aniquilaba sus rivales; con la misma clase que la llevó a ser una de las mejores velocistas de los últimos tiempos, la hija de Grand Reward, el tesoro de la familia Franceschini, perdió la batalla por su vida, el sábado en el Haras La Numancia, donde el trabajo titánico que por casi un año llevaron adelante los veterinarios no terminó como todos querían.
Yegua con hinchada, querida y querible, única, la zaina mitad vértigo, mitad viento, debió ser sacrificada en una decisión que le evitó mayor sufrimiento. Una infosura fue letal, atacando la mano sana, no la que había sufrido esa fractura de sesamoides en aquella tarde de enero en Palermo, cuando las tribunas se congelaron al observar el tropiezo de la pinga querida.
Mereció mejor suerte Sassa, no cabe duda, pero el destino a veces es así, injusto con los corazones generosos; ya de potranca una fisura en una caña había querido desafiar su clase, y no lo consiguió. Pero esa última zancadilla fue demasiado hasta para un caballo como ella, “casi humano”. Cruel.
Como con Bárbaro (Dynaformer) en los Estados Unidos, aquí se hizo todo para salvar a Sassagoula, que allá por el Otoño daba muestras de buena salud. Pero, se sabe, la infosura -o laminitis- es de los peores pronósticos para un SPC, son contados los casos que logran salir adelante y apenas un puñado los que luchan tanto tiempo, sólo ayudados por la calidad, como la sprinter y como Bárbaro.
Osvaldo y Diego Franceschini son criadores y propietarios pequeños, de esos que no se cruzan todos los días con una crack semejante. Y seguro por eso el burrero la adoraba, porque era como uno de ellos; había cumplido ese sueño de todos de tener “el caballo de la vida”. Los Franceschini la compartían, y disfrutaban compartiéndola, que era lo más trascendente. Cataratas de mensajes llegaron cuando sus lesiones, y un diluvio de mensajes seguramente se volcarán ahora en las redes para despedir a la campeona. Qué mejor caricia para ellos en este momento durísimo.
Con sus colores corrió Strike Willow (Johnny’s Prospect), la abuela de Sassa; a la que reservaron como madre fundadora y cuya primera cría fue Britney Laike (Salt Lake), justamente, el vientre de la mejor velocista hembra de los tiempos recientes, también primera cría, vaya casualidad.
Marcelo Sumpf fue el encargado de su primera campaña, esa en la que vio cruzar el disco adelante en 8 oportunidades sobre 11 carreras corridas, una serie que tuvo su pico máximo de emoción cuando le gano a todos en el Gran Premio Suipacha (G1) de San Isidro. Los clásicos Condesa (G3), Velocidad (G3) Propietarios (L), Estrellas Junior Sprint (L) -para el que se pagó el suplemento- e Islas Malvinas (L) tampoco pudieron escapar a su ferocidad competitiva. Fue segunda en el Gran Premio Félix de Alzaga Unzué (G1) al pescuezo de Tirolesca (Roman Ruler) en ese 2015 fabuloso, pero un tratamiento prohibido provocó su distanciamiento y una mancha que dolió.
Durante el verano siguiente Sassagoula se fisuró una caña de mañana y tras unos meses en el campo regresó por más, ahora, bajo la atención de José Luis Palacios, con la clase intacta. Reprisó 7 puntos para ganar por segunda temporada seguida el Condesa (G3) y, tras un inesperado cuarto al intentar defender su título en el Suipacha, volvió a la arena de Palermo para arrasar en el Gran Premio Maipú (G1) y terminar de escribir su historia gloriosa al vencer en G1 tanto en césped como en arena.
Tuvo un golpe de calor en el Unzué y no pudo terciar, hasta que llegó el fatídico 28 de enero en que el destino le jugó sucio; el día que empezó esa carrera brava que sólo perdió el sábado, luchando hasta el disco, claro, porque en eso son especialistas los cracks.
Envuelto en una tristeza profunda, en un mundo de recuerdos, Diego Franceschini se tomó unos segundos para reflexionar con Turf Diario: "Nunca en mi vida voy a tener un caballo similar. No sólo por lo que corría, sino por lo que significó para todos quienes tuvimos la suerte de disfrutarla, para todo el equipo; para mi papá. Sólo me queda un recuerdo imborrable y un agradecimiento gigantesco para toda la gente de La Numancia, que hicieron todo y más de lo que podían para torcer la historia. Lamentablemente, estos problemas cuando se hacen agudos son complicados y de resolución casi milagrosa. Un caballo común se hubiera entregado mucho antes, pero ella luchó muchísimo para sobrevivir".
Con Sassagoula Springs se fue una pinga descomunal, una yegua querida por todos. El destino dejó trunco su legado y se la llevó, egoísta, para privarnos de tenerla y de soñar con ver sus crías tratando de igualarla. Para Osvaldo y Diego Franceschini no será una historia más: será “la” historia de sus vidas en el mundo de los caballos de carrera. Ese mapa que tanto disfrutan transitar, que aman, con un cariño tan grande que seguro los llevará a aferrarse de los momentos vividos con Sassa para soñar con seguir disfrutando victorias. Aunque ya nada vaya a ser lo mismo...
Fuente: TurfDiario.com